Una vez tuve un gran amigo, un amigo de verdad, un amigo que nunca me llegó a traicionar.
Ese amigo siempre me hablaba con la verdad, me entregó su respeto y pude en él confiar.
Un día ese gran amigo me soltó y sola me dejó volar, aunque un poco intranquilo por mi seguridad.
Una noche de noviembre mi amigo me mandó a llamar y enseguida sospeché que algo andaba mal.
Al final de una charla sincera nos abrazamos con pasión y me dije a mi misma..... que valioso es mi Papá.
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